miércoles, 26 de julio de 2017

El progreso de la filosofía

¿Ha avanzado la filosofía desde los tiempos antiguos? ¿Es ahora más clara, más comprensible, más didáctica? ¿Ha aumentado su influencia sobre la sociedad? La respuesta es un rotundo NO. Hoy la filosofía es impenetrable muro de insoluble concreto, mero juego de abalorios para profesionales del ramo que se mira el ombligo y se celebran unos a otros en revistas que sólo leen ellos. Desde Nietzsche, no ha habido un filósofo que se le entienda, que resulte mínimamente comprensible. El único, si acaso, Ortega y Gasset, quien declaró que la claridad era la cortesía de los filósofos. Después de Ortega, esa cortesía se esfumó y dio paso a una escritura elitista y rencorosa, galimatías para superfluos, y por ello nada influyente. Esta huida hacia lo críptico, hacia el galimatías, culminó con el movimiento de los nuevos filósofos franceses: Deleuze, Guattari, Lacan, et al. Y así, en el colmo de la osadía y la desvergüenza, Lacan osó proferir que “el órgano eréctil es igual a la raíz cuadrada de -1”. Será, el suyo, laxo y retráctil, porque de tanto parir chorradas se le cae a uno el pelo… y la virilidad. ¿Entienden ustedes que la cantidad de información transmitida en un mensaje sea igual al logaritmo binario del número de alternativas susceptibles de definir el mensaje sin ambigüedad? ¿A quién coño se dirige Umberto Eco con esta frase tan “ambigua” (conclusión a la que he llegado sin tener que calcular logaritmos)? ¿Quieren los filósofos de hoy que los entendamos? ¿Pretenden influir en la sociedad profiriendo semejantes majaderías? No, la filosofía no ha progresado desde los tiempos de Diógenes. Los filósofos siguen viviendo en los toneles de marfil del elitismo.


Zaragoza, 26 de julio de 2017

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