miércoles, 26 de agosto de 2015

Los nuevos cocineros

No soporto esa moda de tratar a los cocineros como genios o artistas a la altura de Mozart, Velázquez o Einstein. Hoy los cocineros se cotizan al nivel de los genios del pasado o los hodiernos futbolistas. No hay revista ni suplemento de periódico que no posea su sección gastronómica, dirigida normalmente por un “divo” del fogón o su hija, no hay cadena de televisión que no disponga de un espacio gastronómico en horas de gran audiencia donde celebrar los oficios filosóficos a la gastronomía o interrogar a los condimentos con una lupa. Y qué decir de los libros. La sección de libros de cocina en las librerías y grandes superficies es ya más espaciosa que la reservada a los superventas, y no digamos a la reservada a la poesía o a los clásicos. Y total, si lees las recetas, encuentras en el más sencillo de los platos especias y condimentos de un exotismo desquiciante, al menos aquí, donde se hacía una cocina de cebolla, ajo y perejil de chuparse los dedos. Y luego está la presentación de los manjares, los platos desproporcionadamente grandes, las viandas dispuestas en simetrías espaciales y cromáticas que quieren pasar por alto diseño, composiciones estéticas donde lo que menos cuenta es el sabor. Y los nombres de los platos también son importantes: denominaciones afrancesadas o de recursos lingüísticos de una finesse que debe más a la mercadotecnia que a la etimología de los condimentos, pero desgraciadamente un boato verbal que hoy se venera. Para estos nuevos modistos del yantar, el término “olla podrida” está proscrito, les causa desazón y náuseas… Y sin embargo. Aborrezco, lo habrán adivinado, todo lo pretencioso de esta hodierna gastronomía que se conoció como “nueva cocina”. Me he hecho el propósito de no servir nunca en el torpe ejército de la Complicación Gastronómica. Soy un casticista del yantar y proclamo que la cocina, cuanto más vieja, mejor. Millones de paladares satisfechos la avalan. Cosa que no pueden decir los pretenciosos modistos de la cocina mediática con atrevimientos culinarios que si bien arrancan gritos de admiración, sólo son avalados por las tarjetas de crédito. Y es que dada la ocasión, todo es licencia.


Zaragoza, 26.08.15

miércoles, 19 de agosto de 2015

Playas infestadas

El masoquismo de las masas alcanza su ápice en el verano. En verano las hordas veraneantes invaden las costas y celebran ritos diarios de arena y sol en playas congestionadas. La señora de la foto bien pudiera haber existido, pero es seguro que existirá. ¿Qué motiva este afán nómada, febril, hacia las playas en verano? ¿Acaso es tan difícil darse cuenta de que se abandona el cómodo hogar por un apartamento lleno de incomodidades y estrecheces o un hotel abarrotado? Todo en los lugares playeros es incómodo, desventaja, oprobio: mala comida, y cara, poco sitio en la playa para poder colocar la toalla, niños que corren y te tiran arena sobre la piel cubierta de bronceador, baños en playas sucias y sin espacio para dar unas brazadas. Si te alejas de la costa corres peligro de ser arrollado por una moto de agua o un gusano hinchable cabalgado por diez turistas rubios. Inconvenientes que no compensan la esporádica visión de un tanga que deje al aire y enaltezcan las estribaciones glúteas de una joven de hermoso ornato. Además están los mosquitos, las bebidas calientes, las noches de austriacas torturaciones a causa de las verbenas de los hoteles y el sofocante calor. Aun así, pocos somos los que elegimos quedarnos en casa, con nuestros libros, nuestro ordenador, nuestro aire acondicionado (opcional), nuestra ciudad con cines y tiendas, todas vacía para nuestro deleite. El único inconveniente, lo confieso, es que cierran los quioscos donde solemos comprar el periódico y el bar donde solemos leerlo mientras degustamos un café con leche con bollería. Hay que patearse los barrios aledaños para buscar prensa y café. Pero eso ayuda a conocer la ciudad. ¡Marchad, marchad, malditos!


Zaragoza, 19 de agosto de 2015

miércoles, 12 de agosto de 2015

Los músicos extraños

No siempre la música posee la amalgama variopinta que muestra la figura. Quizá tampoco fuera conveniente desde el punto de vista armónico. El exotismo, lo originalidad extrema puede resultar en ruido molesto o concierto de cacerolas con violines. Conducir a la imagen de la música como gesto del disolverse en llanto. Claro que si no se intentan excentricidades pueden perderse oportunidades únicas. Pero precisamente ha sido el músico de Chamberí el que se queja, el que, de alguna manera, no acepta la amalgama de ejecutantes. La geisha no dice nada. Acepta la situación con resignación y afina el instrumento mientras sus pies se comprimen en zapatos cepo. La mujer que mira al retratista parece la hija del dueño de la mansión. El otro no existe. Es producto de una intoxicación micológica o etílica. A elegir.


Zaragoza, 12 de agosto de 2015

miércoles, 5 de agosto de 2015

Disputas religiosas

Creo que nadie puede negar que el motivo principal de casi todas las guerras habidas y por haber ha sido la religión. Hoy, sin duda, sigue siendo el mayor escollo para el entendimiento de los pueblos. Cada contendiente de las batallas se encomienda a su dios. Los fedaiyines alzan sus armas hacia el cielo y gritan que Alá es el más grande. El presidente de los EE.UU. reza a dios mientras con una mano se toca una parte de la chaqueta que algunos dicen que cubre el corazón y otros creemos que está guardando el billetero. Es cierto que algunas guerras actuales parecen motivadas por el lucro y el control de las materias primas, pero fíjense en las excusas que esgrimen los bandos y se verá que acuden a la religión para animar a sus contendientes o justificar sus acciones. Unos la religión revelada por Mahoma y otros la derivada de la civilización judeo-cristiana cuyo mayor exponente es un protestantismo crematístico. No hace mucho aseguraba el señor Bush, hijo, que fue la voz de dios la que le dijo que atacara (perdón, liberara) a Irak. El terrorismo, esa forma de guerra a plazos, también se agarra a la religión. Los nacionalistas del IRA lo hacían en nombre de la fe católica herencia de un San Patricio que hablaba gaélico con el Espíritu Santo, y se enfrentaban a los anglicanos, que también son cristianos, pero protestantes. Los chechenos matan en nombre de Alá. Aquí, los etarras, si bien en principio poco sospechosos de clericalismo, al profundizar un poco se averigua que ETA nació en un seminario, lo cual es significativo. Incluso la jerarquía católica del País Vasco ha jugado siempre un papel de santo medianero, pidiendo comprensión para estos luchadores patriotas y resignación a sus víctimas. La solución única, lo digo en serio, para acabar con las guerras, sería unificar todos los dioses en uno, uno que tuviera todas las propiedades de los fusionados. Él podría hacerlo, pues para eso es dios, un ser omnipotente por definición.
            O eso, o instaurar una teocracia agnóstica basada en el escepticismo.


Zaragoza, 5 de agosto de 2015